Un artículo sobre Antonio Matea

ANDANZAS Y DESVENTURAS DE ANTONIO MATEA CALDERÓN

En el ciclo de la propia vida el ocaso también puede ser vivido de una manera optimista. Este es el punto de vista de la actividad literaria de Antonio Matea Calderón, más prolífico a los setenta y tantos que a los treinta y tantos, al revés de cómo sería la norma. Y es que primero está (sobre)vivir y después escribir, cuando editar es más una aspiración que una realidad.

Así llega a sus “Andanzas y desventuras del llamado Raspa de las Santanas”, entre autobiografía y docudrama, y a pesar de que a veces confunde el autor su memoria con la propaganda que mamó de chico, un libro indispensable para iluminar los años del hambre que trajo la larga posguerra desde la mirada de un nuevamente niño del bando derrotado. Y aquí incidir que a tales extremos llegó entonces, los años cuarenta, la hambre desnuda que se calmaba a tortas, que también afectó a la parte honesta de las familias de los vencedores.

Huérfano que una vez fue aspirante a emigrante, nada menos que a la Argentina de Evita y Perón, armado de unas tijeras de rapabarbas, más por el destino encarnado en su madre que por dios alguno, llegó hasta las Santanas, deteniéndose allí en el engorde del protagonista debido a la remuneración campesina de pan y resultas de la matanza del gorrino. De hecho, una vez llena la panza, le llega la tranquilidad de espíritu, lo que le permitirá, en siguientes vicisitudes la alegría de comenzar a escribir.

Su memoria ha llegado cicatrizada hasta nosotros. Alcanza en que, además, escribir, y publicar, le ha supuesto la mayor de las alegrías al raspa de las Santanas en su paso honroso por este mundo traidor a las ilusiones de la juventud y también, sin ser el caso, a la ilusión de supervivencia religiosa en la vejez.

No hay otro libro suyo que nos muestre mejor a este hombre que se irá sonriente del mundo.

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