Una mirada desde la oscuridad

La lejanía de la industria cultural convierte a todos los que escribimos en provincias, siendo la provincia la certeza de la ausencia de una industria cultural, en unos subproletarios de la escritura, con independencia del estatus social o de las editoras institucionales que existan en la provincia que habitemos.

Y siendo unos escritores sin público, público como redundancia de compradores de libros, la propia actividad de escribir es un acto gratuito.

Aproximadamente el mismo acto gratuito que consiste en disparar al primero que encuentres al salir de tu portal a la manera surrealista. Solamente que se dispara con un libro regalado, tanto da si uno mismo lo regala o por medio anda una institución.

Así que un escritor en provincias lo que lleva adelante es un regalo de su expresión, su desnudez anímica que antes ha elaborado de la mejor manera posible. Y sin esperar a un lector, aquí viene a cuento aquello de dejar de esperar es dejar de temer, sino sencillamente por preservar la voz sobre el papel.

“Un paracaidista envuelto en llamas” traspasa un dolor de cabeza a las palabras que firmadas alcanzan un valor salubre cierto. Así llevan a la paradoja de que un acercamiento al nihilismo, como un cometa que no se detiene, reconduzca de nuevo a lo sociable de la vida.

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