Con
la frase "el pensamiento no delinque" he "defendido"
(me resulta evidente la ironía de que yo defienda) sucesivamente a
Martín Heidegger (conste que solamente de un libro que lo suprimía
como pensador al probar su temporal nazismo), y también la ateología
de Fernando Savater. No debe tirarse al niño con el agua sucia,
recordaban los clásicos.
Porque
hay que advertir, con toda su importancia, que declarando libre el
pensamiento, pero impidiendo que llegue a la impresión, ese
pensamiento primero se agua, luego se deteriora y termina
desapareciendo. Sin libertad de imprenta (que se decía antes) no hay
libertad de pensamiento. Porque las ideas las sostienen hombres en
mutua conversación y debate, y sin esa plaza pública de la
impresión no hay debate, no existe el experimento y error de la
confrontación de ideas con ideas, y por lo tanto la libertad de
pensamiento resulta una mera declaración de intenciones, un fraude.
Un
fraude o una "libertad" como la ofrecida por el que fue mi
profesor de Formación del Espíritu Nacional, se podía escribir
cualquier cosa, aunque para el cajón. Sabiendo que el cajón carece
de cualquier salida.
Pero
al defender a Heidegger o a Savater, independizando su actividad
intelectual, digna de debate, de su postura política, también
nombraba, a contrario, el pensamiento de Rosa Luxemburgo, de L.Troski
de G. Lukacs o de A. Nin ; e incluso a Althusser, el homicida de su
mujer, a quién tantos no se atreven a mencionar cuando aprendieron
de memoria sus traducciones (muchos de los integrantes del Aparato
Ideológico del Estado por excelencia). Es decir que el pensamiento
no debe demonizarse (creo que es bastante acertado este adjetivo
teologizante, dado el ambiente) sino rebatirse o aceptarse según la
capacidad o el interés que guíe a cada uno en la confrontación de
ideas.
Lo
peor es cuando las ideas brillan por su ausencia, porque esa
oscuridad de los hechos sin explicación acaba rellenando la cabeza a
muchos, seguramente a demasiados, e impide que comprendamos que el
debate del pensamiento aporta luz sobre los actos y los hechos, nunca
delinque.
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